Sebastián Zavala
Texto y foto.

BAHÍA TIMES.-Ciudad de México.- Un cuento chino no es, llegaron para quedarse y crecer, para organizarse y tomar el control de zonas comerciales tan difíciles como Tepito y La Lagunilla.

«Mercar» y trabajar en estos barrios no es cosa fácil, no es para cualquiera. Tan solo caminar por estas zonas implica un riesgo que muchos capitalinos no se atreven a tomar. El turismo tiene recomendación de no acercarse.

Empero, para la comunidad China asentada en Ciudad de México, la expansión de su influencia ha sido casi natural, silenciosa y lenta, pero inexorable, desde los años 40.

La comunidad china lleva en México más de 145 años, pero comenzó a ser notoria en la capital con los llamados «cafés de chinos», en la década mencionada.

EL INICIO

En los años 60 llegó la segunda oleada de inmigrantes provenientes de ese país, exiliados del partido Comunista, y es cuando comienzan crecer aún más como comunidad.

Los cafés chinos nacen más o menos por esa época, sin saber a ciencia cierta cuándo fue el primero; eran conocidos por ser muy baratos, pues con pocos centavos alcanzaba para un café, pan dulce, arroz y/o frijoles.

En un inicio estaban solamente en las colonias del Centro, pero con los años se fueron expandiendo hacia otras partes de la ciudad, como la colonia Roma en la calle de Álvaro Obregón, en Coyoacán, Revolución y los famosos chinos de Tacubaya, entre otras.

En un principio, si los negocios tenían nombre chino eran mal vistos, pero a partir de los 60, particularmente los cafés, comenzaron a tener aceptación y poco después gran éxito.

CAMBIO DE GIROS

En la actualidad, estamos siendo testigos del final melancólico que tienen estos negocios.

Fueron los «cafés de chino» la entrada de esos inmigrantes a la economía mexicana, pero esa puerta ahora se cierra para que se abra un acceso más grande y dominante.

Son ellos, los chinos, amos y señores actualmente del comercio en el centro de la ciudad, mucho más allá de Tepito y La Lagunilla, donde ahora se encuentra una especie de almacén central para productos manufacturados en aquel país asiático.

Comenzaron vendiendo mercancía a los comerciantes de Tepito, La Lagunilla, el centro y toda la ciudad, pero ahora son ellos mismos los que asumen el papel de vendedores directos al público.

TODO ESTÁ PLANEADO

Bahía Times pudo comprobar cómo el Partido Comunista Chino, gobierno de ese país, dirige un ataque que ha desplazado a los comerciantes mexicanos, del barrio, para convertirlos en empleados.

Un personaje de «La Unión Tepito» cuya identidad prefirió reservar, reveló que «muchos miles de millones de pesos han sido invertidos por el gobierno chino para tener escaparates y bodegas de su mercancía, que son cuidadosamente vigilados por agentes oficiales que se hacen pasar como comerciantes».

Dijo, y es posible comprobarlo, que en los alrededores de Tepito y La Lagunilla adquirieron «legal e ilegalmente», inmuebles que poco antes estuvieron casi abandonados, pero que hoy son bodegas inmensas de mercancía proveniente de Oriente.

Son «bodegas» y al mismo tiempo tiendas improvisadas en edificios que han sido interconectados y convertidos en algo así como plazas comerciales, donde todo brilla, suena y satura los sentidos de la multitud de compradores que allí se dan cita.

SOLO ELLOS ADMINISTRAN

Son decenas de pequeños comercios donde la caja es, invariablemente, dominada por chinas y chinos que en su mayoría hablan muy poco español, pero que les alcanza para dirigir de manera férrea a sus empleados vendedores encargados de atender al público.

Todo es mayoreo, aunque te venden lo que les pidas, por pieza. Todo es novedad, barato y muy probablemente, desechable.

Paradójicamente, los «cafés de chino» desaparecen, mientras la ola y la invasión chinas de electrónicos, telas, ropa, bicicletas eléctricas, bisutería y todo lo que puedas imaginar, inundan y se apoderan de todo el país, partiendo del mercado chino del centro.

En Ciudad de México, el «barrio» ya les pertenece; los chinos van por todo lo demás…