En la conferencia “Desaparición y gobernanza”, parte del ciclo Pensar la desaparición en El Colegio de México, Claudio Lomnitz propuso analizar la desaparición f0rzada no como una falla aislada, sino como una forma activa de gobernar. “La desaparición representa un espacio, si no de acuerdo entre crimen 0rganizado y Estado, al menos sí de un posible acuerdo”, señaló.

Explicó que cuando no hay cuerpo, el Estado no está obligado a reconocer el crimen ni a actuar. “Si desapareces en lugar de dejar tirado el cuerpo, hay más espacio para que tal o cual gobernante niegue completamente que no tiene ese control sobre ese bien público que es la seguridad”. La desaparición no solo evita el escándalo. También le ahorra trabajo al Estado. No hay expediente. No hay fiscal. No hay investigación.

Frente al homocidio que exige una respuesta, la desaparición deja lugar a la negación. “La desaparición versus el h0micidio representa un espacio de posible acuerdo entre crimen 0rganizado y Estado”, insistió. A esta práctica la llamó política de coexistencia. A diferencia de la política del terror —que deja cuerpos como advertencia—, la desaparición mantiene el orden sin generar alarma pública. “La desaparición es con frecuencia de las dos la solución más útil porque es la que permite que el Estado, entre comillas, los deje trabajar”.

Para entender el fenómeno, propuso observar tres tipos de razones que motivan las desapariciones: razones de Estado, razones de mercado y razones sociales. “Puede haber desaparición forzada que venga motivada por cualquiera de los tres lados, siempre que haya apoyo o aquiescencia del Estado”. Esta alianza puede ser directa o tácita, estable o inestable, pero lo que importa es que permite que la desaparición funcione como herramienta de control.

También explicó que el crimen 0rganizado no siempre actúa solo. Muchas veces forma redes con p0licías, autoridades locales o actores políticos. En estos arreglos, la desaparición evita conflictos abiertos y facilita formas de gobierno informal.

“La desaparición impide el proceso de duelo a los familiares… hace que nunca se detenga el proceso hasta que no aparezca”. Por eso, el movimiento social por los desaparecidos ha sido más fuerte y persistente que el de víctimas de h0micidio.

El ejemplo más claro está en las matanzas de San Fernando. En el primer caso, los cuerpos fueron ocultados. En el segundo, expuestos. Cuando los cadáv3res aparecen, se activa el aparato estatal. Cuando no aparecen, se le evita.

“La desaparición puede darle menos trabajo a tal o cual institución que el h0micidio”, advirtió. El crimen 0rganizado lo sabe. Algunas autoridades también.

Claudio Lomnitz vía Valeria Pérez