Autor: Héctor Paniagua Robles

¿A quién pertenece el cuerpo y el alma de un niño, de una niña? ¿A quién corresponde su protección? ¿Qué pasa cuando un niño o una niña es roto en pedazos y solo quedan jirones? En esta historia, quedó un jirón de alma de un niño, que vibraba en las aguas profundas, pero que un día salió con fuerza a la superficie.
Sin ninguna otra intención más que la de observar ese espejo de agua, el autor entrega una narrativa magistral sobre el dolor y una aguda crítica social sobre el desamparo familiar y social, que entrega a niños y niñas a las manos ásperas del abuso sexual.
En este relato autobiográfico, aparecen —a manera de cartas— recuerdos, reflexiones, sueños, imágenes, confusiones y heridas. Con descripciones crudas y honestas, pero también con un estilo que raya en la lírica, Héctor Paniagua Robles nos ofrece una obra literaria en toda regla, aun sin saberlo, aun sin pretenderlo.
Y en el trayecto, muestra el proceso de asimilación, de re composición de esos pedazos de alma que son pedazos de niño, que lamentablemente no pertenecen a un solo niño, sino a muchos, y que son niños que merecen ser vistos y protegidos.
«No tengo claro que esto sea un libro. Tengo más claro que se trata de un texto. Es un texto impertinente, como yo […]. Ves tus palabras sobre las hojas de papel. Estas palabras son un grito. Un grito de vida que te desgarra y desgarra una mordaza» — Héctor Paniagua Robles.